jueves, 26 de noviembre de 2015

Impresora 3D para hacer comida

La última innovación tecnológica son las máquinas que realizan diseños comestibles.


El presente se está acercando a aquella fantasía de la comida descompuesta y recompuesta, fragmentada y reconstruida. Y la tecnología que permite estas operaciones es la impresora 3D de alimentos, una novedad que ya tiene sus primeros desarrolladores en la Argentina y que, tarde o temprano, se masificará y alcanzará los restaurantes, los bares y los hogares.


Para comprender en qué consiste este dispositivo, hay que partir de la impresora 3D de objetos. Éste artefacto toma un dibujo hecho en la computadora y lo construye en el espacio real: derrite el plástico y por medio de cabezales lo deposita capa por capa con enorme precisión para arrojar como resultado el objeto voluminoso perseguido. La impresora 3D de alimentos funciona igual, pero en lugar de tener al plástico como materia prima, utiliza comida. Por su versatilidad y precisión, aseguran algunos, su arribo a locales gastronómicos es inevitable.

"La impresión 3D te permite fabricar platos únicos y de morfología compleja. Lo interesante es que no importa la complejidad que tenga, si lo imprimís el costo será siempre el mismo", explica David Cimino, un ingeniero en sistemas dedicado al desarrollo de esta tecnología. Cimino piensa el dispositivo en su veta comercial e industrial y se encuentra actualmente trabajando sobre una extrusora 3D, es decir, una máquina que empuja todo tipo de pasta adentro de una pieza (por ejemplo, una galletita), pero lo hace siguiendo un diseño de computadora. "Esta tecnología funciona muy bien cuando querés personalizar un producto, por ejemplo, si querés que un chico dibuje algo en la computadora y que luego éste dibujo se materialice en una galletita. O en una fiesta hacer galletitas con una caricatura de los invitados. Incluso sería posible scanear en 3D la figura de la cumpleañera y hacer su busto con ingredientes de torta", se entusiasma el emprendedor.

 El primer campo donde la impresora 3D ha conseguido acomodarse es la pastelería. La razón es que la tecnología, en su fase inicial, demuestra un enorme potencial para la decoración, por su capacidad de posicionar material con precisión siguiendo un patrón digitalizado. "Todavía no está tan claro cómo adaptar esta innovación para platos más elaborados o gourmet", reconoce el ingeniero. La mayoría de los desarrollos a nivel mundial están volcadas a la pastelería.

Se trata de las impresoras Chefjet y Chefjet Pro. La primera, del tamaño de un microondas, cuesta 5000 dólares. La segunda, del tamaño de una pequeña heladera se vende a 10 mil dólares.





El proceso para imprimir los dulces comienza con la elaboración en la computadora de un modelo tridimensional del objeto que se quiere imprimir. Luego, un software divide ese modelo en capas, que sirven de patrones para la impresora, empezando con la capa inferior.

La máquina distribuye una capa fina de azúcar que se rocía con agua. Ese proceso se repite cientos de veces hasta que se completen todas las capas y se obtenga una réplica real del modelo diseñado.



Por el momento, los productos no están disponibles, pero esperan lanzarlos a la venta para hoteles y cadenas de panaderías en Estados Unidos.

Según explica Liz von Hasseln, del equipo de diseño, la máquina utiliza un cabezal de impresión de chorro de tinta, similar al de las impresoras 2D de escritorio. “Propaga una capa muy fina de azúcar que se cristaliza y se endurece para formar figuras geométricas complejas”, indicó.

La antecesora de estas impresoras es la Choc Creator, una impresora lanzada en 2012, cuyo lema es “creating your chocolate style “ (Creando tu estilo de chocolate) y se vende a 5800 dólares.

Aquí les dejamos un video de la impresora que todos quisieramos tener en casa!

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